Cargar, mimar, amar y amamantar a nuestro bebé

Angelina Perna Chaux, IBCLC

Alguna vez te preguntaste ¿qué significa culminar la gestación fuera de un útero? ¿Sabes cuáles son las implicaciones de ello? Esto se conoce como exterogestación.

¿Qué sabemos de la exterogestación?

La simple palabra, exterogestación, nos dice, gestar fuera del vientre.

Los bebés permanecen unas 40 semanas o 280 días más o menos dentro de nuestro vientre, desarrollándose y creciendo hasta llegar a un tamaño y madurez en el que puedan sobrevivir fuera de él. Sin embargo, su madurez aún es debatida por la ciencia, y cada vez más observamos que los bebés humanos nacen antes de tiempo, en un promedio de 38 semanas.

Es notorio que los bebés al nacer necesitan completamente de nuestro cuidado. Nacen con una necesidad innata de sentir calor, protección y la presencia de su madre, o un cuidador.

Por un lado, a nivel evolutivo nos asemejamos a los marsupiales quienes también nacen inmaduros en comparación al resto de los mamíferos y sus crías. Deben continuar su crecimiento y desarrollo dentro del marsupio, la reconocida bolsa donde los transportan. Pero más que una bolsa, su maravillosa función biológica es la de una incubadora natural que recubre las mamas de la madre y le ofrece todo lo que la cría necesita hasta que pueda andar y alimentarse por si sola.

En los bebés humanos algunos científicos describen que la exterogestación como los primeros nueve meses fuera del vientre, mientras otros, los primeros dieciocho. Independientemente de las teorías lo que si describe cada una es la necesidad del contacto físico, los brazos y la lactancia directa del pecho para ser los seres inteligentes, que creemos ser.

A medida que se dio la hominización, en el proceso gradual y evolutivo del hombre desde los Australopithecus spp. hasta el Homo sapien sapien, tanto el parto como el nacimiento también iba cambiando.

¿Por qué los recién nacidos humanos son tan indefensos?

El paleotólogo español Juan Luis Arsuaga nos enseña en su libro, El Primer Viaje de Nuestra Vida, que los humanos, “somos un prodigio biomecánico en cuanto a la locomoción”.

Esta magnífica obra basada en la ciencia y la antropología nos enseña cómo el parto se volvió más doloroso a medida que evolutivamente íbamos teniendo cerebros más grandes y un desarrollo anatómico hacia una postura bípeda. Todo esto, impactó en que los bebés humanos naciéramos menos desarrollados que el resto de la mayoría de mamíferos dando como resultado una mayor dependencia en el cuidado y alimentación.

¿Qué necesita un bebé al nacer?

A su Mamá.

Las madres somos el hogar que necesita nuestro bebé al nacer. El vínculo se da desde la concepción y se transforma durante toda la vida.

La presencia y cuidados de la madre son esencialmente primordiales en los primeros meses de vida desde que nacen hasta que aprenden a caminar, andar y alimentarse por su propia cuenta. Los bebés no nacen con la capacidad de autorregularse por si solos, necesitan de nosotras para que predomine la maduración de su cerebro que le permitirá adquirir la independencia que la sociedad tanto les exige a estas criaturas tan indefensas.

Pensemos en un delfín y un caballo, ¿sabes qué hacen apenas nacen? Los delfines nadan y maman de la glándula de su madre. El potro nace y al poco tiempo se pone de patas y anda en búsqueda de la tetilla de su madre para alimentarse. Aprendimos que los bebés humanos nacemos inmaduramente en comparación a la mayoría de los mamíferos y debemos esperar varios meses para poder realizar estas acciones.

Entiendo que por diversas razones muchos bebés no cuentan con la suerte de tener a su madre, aunque otros, cuentan con la bendición de tener a otra persona que lo acoja para llenar su alimento emocional.

Mi mamá hace parte de mi desarrollo neurobiológico y cerebral

El bebé nace con un cerebro inmaduro y poco desarrollado. Nace con pocas interconexiones neuronales entre ambos hemisferios y es fuera del útero, en el pecho y los brazos de mamá, donde se terminan de forjar esas conexiones que darán fruto a la inteligencia humana.

Como dice Nils Bergman,

“Nada de lo que haga o no haga el bebé tiene sentido, excepto desde el punto de vista del cuerpo de la madre”.

– Nils Bergam

El tamaño del cerebro de los bebés al nacer representa un 25% de lo que sería el tamaño en la edad adulta.  Permitirle a nuestro bebé que complete gran parte de su desarrollo cargados, en nuestros brazos, cerca del pecho y perfeccionándolo junto a la lactancia materna, es darle inicio a la vida con el pie derecho.

“Dar brazos es dar amor, cargarlos y mimarlos es forjar seguridad, brindarles el pecho para sentir el corazón es darle un hogar.”

– Angelina Perna Chaux

No hay ser humano que se mal acostumbre a los brazos, es una falsa teoría impuesta por la sociedad. Al revés, un bebé que no se le atiende las necesidades básicas o en modo grueso, es maltratado física y emocionalmente, si que será una persona malcriada y trastornada.

Como aprendimos, el pecho es el hábitat natural de los bebés para su crecimiento, desarrollo, capacidad de autorregulación, alimentación, amor, calor, consuelo, seguridad y mucho más. Los bebés al nacer necesitan un cuidado semejante al que gozaron dentro del útero para el desarrollo y la maduración del sistema neurobiológico.

“El cerebro se termina de desarrollar fuera de nuestro cuerpo, en nuestro pecho y brazos. Donde cargar, mimar, amar y amamantar es todo lo que ellos necesitan”.

-Angelina Perna Chaux

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Bibliografía

1. Narváez, D. 2018. La necesidad de la exterogestación y su relación con la inteligencia Humana. Instituto Europeo en Salud Mental Perinatal. https://saludmentalperinatal.es/la-necesidad-exterogestacion-relacion-la-inteligencia-humana/

2. Bergman, N. 2018. Formación en Salud Mental Perinatal. Clase de Neurociencia y Epigenética del Nacimiento. Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal. http://aulavirtual.saludmentalperinatal.es/my/