Alejandra Zapata, Asesora de Lactancia Materna.

La meta oro de las inmunoglobulinas

La lactancia materna continuada o no interrumpida (en niños mayores), ocurre cuando la madre y el bebé han mantenido la lactancia más allá del primer año. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que la lactancia materna debe mantenerse como mínimo dos años, y a partir de allí, hasta que la madre y el bebé lo deseen. [1]

No existe ningún estudio o evidencia científica que demuestre que la lactancia materna resulte perjudicial de algún modo para la madre o para el bebé. Por el contrario, cuanto mayor sea la duración, mayor será su beneficio potencial [2]. Por lo tanto, no debe existir ningún parámetro que limite su continuidad, o alguien que se interponga en la decisión de la madre de dar el pecho.

¿Por qué no existe un límite en la lactancia?

Debido a los potenciales beneficios que existen en la lactancia no interrumpida más allá de los dos años, ésta sigue constituyendo un gran aporte nutricional, inmunológico y emocional para el niño, además de los múltiples beneficios que proporciona también a la madre.

Lejos de perder sus propiedades, la leche humana se va adaptando según la edad y las necesidades del bebé. A partir del primer año, la leche humana aumenta su porcentaje de grasa y la concentración de anticuerpos (inmunoglobulinas) con el fin de continuar protegiendo al niño frente a patógenos, seguir reforzando su microbiota intestinal, y por ende, formando, reforzando y modulando la respuesta de su sistema inmunológico. [3]

En la leche humana, los niveles de concentración de anticuerpos más altos, especialmente de IgAs, se encuentran durante el calostro. Este es el período de mayor vulnerabilidad inmunológica para el bebé. Es el momento donde más necesita de la protección adquirida de manera pasiva por parte de su madre, a causa de nacer con un sistema inmunológico inmaduro, que se va formando y regulando con el paso del tiempo. Todo esto se da gracias al apoyo y al soporte que le da la leche materna al infante. [4]

Beneficios de una lactancia natural sin interrupción

Los beneficios en la salud del bebé se ven a corto, mediano, y en especial a largo plazo, cuando se mantiene y continúa la lactancia materna sin interrupción por años. Recientes estudios en el área de la psicología, la ciencia, la medicina, la antropología etc., evidencian su beneficio cuando se amamanta por más de dos años, ya que la protección que brinda la leche humana en una lactancia continuada es aún mayor con el tiempo.[3]

Llama la atención un estudio reciente que se llevó a cabo en Polonia, en donde se analizó la concentración en leche materna de inmunoglobulinas (IgAs, IgG, IgM) de un grupo de madres en diferentes periodos de lactancia, en donde el grupo que continuó lactando por más tiempo lo hizo durante 48 meses de manera ininterrumpida. Tras analizar en las muestras la concentración de IgAs, IgG e IgM presentes, los resultados mostraron una correlación positiva en la concentración general de inmunoglobulinas a medida que aumentaban los meses de lactancia. Se halló un incremento significativo en la concentración de IgAs e IgG (casi el doble de la concentración inicial) al mismo tiempo que se mantuvo relativamente estable la concentración de IgM en la leche materna luego de 48 meses de lactancia. [3]

Este estudio demuestra que la leche materna en una lactancia prolongada o continuada, aún sigue brindando una protección importante al bebé y al niño a medida que pasa el tiempo, debido a la adquisición de inmunidad pasiva con los anticuerpos presentes en la leche materna. Por lo tanto, se disminuye el riesgo de contagios frecuentes ante potenciales patógenos que se encuentren en el entorno y, a la vez, en una pronta recuperación del lactante. [5]

 

El que persevera, alcanza

Con mayor razón, resulta evidente la importancia de insistir en informar a las madres sobre estos estudios para que no se abandone la lactancia prematuramente y, de ningún modo, se le ponga límites sin sustento científico alguno que los corrobore.

En vista de esto, es importante que las madres puedan encontrar apoyo durante todas las etapas de la lactancia, especialmente después de haber pasado el periodo de introducción a la alimentación complementaria. Enfrentarse a nuevos desafíos, como por ejemplo los prejuicios y críticas sociales al estar amamantando a un “niño mayor”, puede influir en la continuidad de la misma. Científicamente, si sus circunstancias personales se lo permiten, pueden y deberían continuar sin interrupciones la lactancia más allá de los dos años, de manera que sus hijos se sigan beneficiando de todo el poder inmunológico que la leche materna les sigue brindando, y la forma en que ésta sigue transformándose y adaptándose de acuerdo con las necesidades de cada niño.

 

Bibliografía

1. Organización Mundial de la Salud. 21 Noviembre 2018. Breastfeeding.

2. Gartner LM, Morton J, Lawrence RA, Naylor AJ, OHare D, Schanler RJ, et al. Breastfeeding and the use of human milk. Pediatrics. 2005 Feb;115(2):496–506

3. Czosnykowska-Łukacka M, Lis-Kuberka J, Królak-Olejnik B, Orczyk-Pawiłowicz M. Changes in Human Milk Immunoglobuline Profile During Prolonged Lactation. Front Pediatr. 2020;8:428. Published 2020 Aug 7. doi:10.3389/fped.2020.00428

4. Trend S, Strunk T, Lloyd ML, Kok CH, Metcalfe J, Geddes DT, et al. Levels of innate immune factors in preterm and term mothers’ breast milk during the 1st month postpartum. Br J Nutr. (2016) 115:1178–93. doi: 10.1017/S0007114516000234

5. Davisse-Paturet C, del-Patient K, Divaret-Chauveau A, Pierson J, Lioret S, Cheminat M, et al. Breastfeeding status and duration and infections, hospitalizations for infections, and antibiotic use in the first two years of life in the ELFE cohort. Nutrients. (2019) 11:1607. doi: 10.3390/nu11071607